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Viernes 6 de junio de 2014

Captura de la "Esmeralda" - 5 y 6 de noviembre de 1820

El día 5 circuló entre los voluntarios una proclama en que se les instaba a repetir los actos de valentía que dieron como resultado la Toma de Corral y Valdivia.

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El Almirante Cochrane, conocedor de la situación de los buques realistas que se encontraban en El Callao, bajo la protección de las poderosas fortificaciones, planeó un asalto nocturno con botes, recurriendo a la sorpresa como factor fundamental. Para cumplir con lo anterior, solicitó voluntarios entre las dotaciones de la Escuadra y con gran facilidad reunió 240 marineros y soldados de marina.

La fragata "Esmeralda" se encontraba en la bahía resguardada por 15 lanchas cañoneras, 2 bergantines de guerra, 3 transportes armados y la protección de las fortalezas y baterías terrestres. Cerraba el fondeadero de El Callao, una percha flotante de madera y cadenas con una sola abertura, necesaria para la entrada y salida de las naves.

El 01 de noviembre entregó a los comandantes de los buques que se encontraban en el área, instrucciones sobre las precauciones en el avance de las embarcaciones menores, oficiales al mando, tenida y armamento usado y disposiciones sobre la seguridad de las embarcaciones en caso de retirada.

Además, la adopción de gritos que confundieran a la tripulación española, aparte del uso de santo y seña.

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El día 05, circuló entre los voluntarios una proclama en que se les instaba a repetir los actos de valentía que dieron como resultado la toma de Corral y Valdivia.El día 04 citó a reunión de comandantes en la nave insignia para ultimar los detalles. Posteriormente reunió a los participantes para entregarle las instrucciones y a las 11 de la noche, ejecutó una práctica del asalto.

A pleno día, el maestre de señales de la “O'Higgins" desembarcó en la isla San Lorenzo e izó señales en su mástil, que fueron contestadas por la totalidad de los buques chilenos presentes en el bloqueo del puerto.

Inmediatamente después, todos, excepto la "O'Higgins", levaron anclas y zarparon, dejando previamente los botes y asaltantes a bordo de la nave insignia.

La estratagema surtió el efecto deseado, pues los españoles quedaron convencidos de que nada tenían que temer para esa noche, ya que cualquier buque avistado obligaba al grueso de los bloqueadores a zarpar en su caza.

A las 11 de la noche se iniciaba el embarque en los 14 botes reunidos, que 30 minutos después se desprendían de la fragata en dos columnas, al mando del Almirante. Durante el desplazamiento hacia la nave enemiga, no se sintió ni el más mínimo ruido de remos. Poco después, abrieron sus líneas y rodearon a la "Esmeralda".

Cochrane y el Comandante Crosbie treparon por estribor, y el Comandante Guise, por babor, seguidos por su gente que cayeron sobre la cubierta.

El Almirante recibió el culatazo de un vigilante y cayó sobre uno de los botes. Se levantó rápidamente y dio muerte al centinela para incorporarse a la cruenta lucha que ya se desarrollaba en cubierta, asomándose a la borda para animar a su gente que seguía abordando, al grito de: "Arriba muchachos, la fragata es nuestra".

Los españoles sorprendidos salían precipitadamente de sus entrepuentes y empeñaban una vigorosa defensa. El combate con arma blanca y cuerpo a cuerpo se hacía a cada momento más encarnizado.

No tardaron los fuertes del puerto en comenzar a disparar sobre la "Esmeralda", seguidos por los buques y lanchas del apostadero, produciéndose un tremendo y confuso cañoneo. Los proyectiles daban por igual a asaltantes y defensores y algunos alcanzaron a los buques extranjeros en la bahía, que pusieron luces de neutralidad e iniciaron movimiento para salir fuera del alcance de la artillería. Cochrane, percatándose de esta maniobra, ordenó de inmediato poner luces en los mástiles del buque asaltado al igual que los buques neutrales, que por esta circunstancia recibió poco castigo de las baterías terrestres.

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A la tercera embestida de los asaltantes, terminó la resistencia de la tripulación enemiga que se había reunido en el castillo de la fragata, después de haberse batido con admirable valentía por más de 17 minutos.En medio del fragor del combate, el Almirante fue herido por una bala en el muslo derecho, limitándose a vendarla fuertemente con un pañuelo, ayudado por el Guardiamarina Délano.

A la tercera embestida de los asaltantes, terminó la resistencia de la tripulación enemiga que se había reunido en el castillo de la fragata, después de haberse batido con admirable valentía por más de 17 minutos.

Los sobrevivientes se refugiaron en los entrepuentes y bodegas; otros se arrojaron al agua, entonces, el Comandante Guise cortó las amarras y la nave comenzó a moverse de su fondeadero con las luces de buque neutral.

Casi una hora demoró en salir del alcance de las baterías, debido a la total falta de viento a esa hora de la noche. Entonces fondeó para atender a los heridos, recoger los muertos y reparar la arboladura.

Las bajas sufridas por las fuerzas asaltantes fueron de 11 muertos y 31 heridos. De los 330 tripulantes que tenía la "Esmeralda", 204 cayeron prisioneros y 126 murieron en el combate o se ahogaron al arrojarse al mar. Es posible que algunos se salvaran al alcanzar a nado la costa.

A las 3 de la madrugada el almirante Cochrane se dirigió a la fragata "O'Higgins" para curar de mejor manera sus heridas.

Poco antes del amanecer, la “Esmeralda” se reunió con la nave insignia de la Escuadra y luego, arribaron el resto de los buques bloqueadores al área.

Con el objetivo de informar al General San Martín del triunfo obtenido, el Almirante Cochrane despachó al "Araucano" a Ancón llevando el parte oficial de la jornada y la insignia capturada al Brigadier Antonio Vácaro, Jefe del Apostadero de El Callao, solicitando que ella fuera ofrecida al Director Supremo en Chile.

Junto con remitir el parte anterior, Cochrane mandó al Virrey un parlamentario, encargado de dejar en el puerto a los realistas heridos y muertos y proponerle un canje de prisioneros, el que fue aceptado, rescatándose así un buen número de chilenos que estaban encerrados en las fortalezas españolas.

El General San Martín felicitó al Almirante por su audacia y valentía y remitió al General O'Higgins una narración del feliz y heroico suceso.

Para hacer completa justicia al Comandante en Jefe de la Escuadra, quiso San Martín que el nombre del Almirante Cochrane fuera grabado en la popa de la fragata capturada. Pero, como éste no aceptó, se acordó darle el nombre de "Valdivia".

La hazaña lograda por Cochrane y sus hombres, no motivó a San Martín para actuar de la misma forma; por el contrario, decidió alejarse de El Callao y trasladó su ejército desde Ancón a Huacho con la protección de la Escuadra, a fin de acantonarlo en el valle de Huara.

San Martín persistió en su actitud de ocupar Lima por medios políticos y no por la fuerza de las armas, dilatando una situación que afectó negativamente a sus fuerzas.

No obstante, mientras desarrollaba su diplomacia en el centro, operaba con fuerzas en el sur. Haciendo pleno uso del dominio del mar que mantenía la Escuadra, despachó al Mayor Miller con 500 hombres que ocuparon el poblado de Pisco el 02 de abril y Anca y Moquegua el 04 de mayo.

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Mientras tanto el bloqueo sobre El Callao y el cerco de Lima por el Ejército produjeron el efecto esperado. El 22 de abril se realizaron negociaciones en Punchauca, las que llevaron a un armisticio provisional que fue prorrogado hasta el 30 de junio. El 06 de julio, el Virrey La Serna abandonó Lima, ante la angustiosa situación que vivía la población, a consecuencia de la falta de víveres, entregando la capital sin lucha. Dos días después, la Escuadra ocupó El Callao; luego el Ejército entró a Lima y, finalmente, San Martín declaró la Independencia del Perú, el 28 de julio de 1821, auto designándose Protector de la nueva nación.

Con la declaración de la Independencia del Perú se cumplió el propósito de la Expedición Libertadora. Sin embargo, el Almirante Cochrane que poseía el dominio del mar, estimó que su misión no estaba cumplida hasta que no hubiesen sido destruidas todas las fuerzas navales españolas en el Pacífico Oriental.

Las fragatas “Prueba” y “Venganza” habían salido de El Callao antes de que fuese bloqueado; desembarcando fuerzas en caleta Cerro Azul, al sur de éste y, aun cuando abandonaron el área, fueron perseguidas hasta Panamá, sin darles caza, Cochrane, con justa razón, consideró como objetivo de su Escuadra la destrucción de estas naves. Por ello, con absoluta independencia de San Martín, dedicó todos sus esfuerzos a eliminar la amenaza de esta fuerza. Las dificultades que tuvo que superar no fueron pocas. Sus naves comenzaron a sentir el efecto de la prolongada campaña sin contar con un punto de apoyo que les permitiera efectuar las reparaciones requeridas, dar descanso a las tripulaciones y recibir el apoyo logístico necesario. Por ello se sufrió la pérdida del bergantín “Pueyrredon” y luego del navío “San Martín”, que debilitaron la Escuadra, la que se había visto incrementada, anteriormente, con la captura de la “Esmeralda”.

La moral y la disciplina de las tripulaciones también se vieron afectadas por la falta de paga, de vestuario y víveres adecuados en calidad y cantidad y, en no menor grado, por la escasa actividad desarrollada durante los largos períodos en que el Ejército estuvo inmovilizado en Pisco, Ancón y Huacho. Por otra parte, las relaciones entre Cochrane y San Martín se fueron deteriorando paulatinamente, al extremo de llegar al rompimiento; desde entonces, Cochrane actuó con la más absoluta independencia, logrando su propósito de eliminar absolutamente el poder naval español en todas las aguas del Pacífico, desde México al Estrecho de Magallanes.

Resultaría muy extenso referirse en detalle a todas las operaciones realizadas por el Almirante Cochrane. Sin embargo, mencionaremos solo los hechos más importantes.

El 08 de octubre, con parte de su Escuadra se dirigió a Guayaquil para reparar las naves que estaban en mejor estado; el resto fue despachado a Valparaíso, mientras la “Moctezuma” quedaba en El Callao a las órdenes de San Martín.

Con estas fuerzas barrió la costa americana hasta la Baja California.

Enterado en Acapulco del zarpe en demanda de Guayaquil de las fragatas “Prueba” y “Venganza” a las cuales se había unido la corbeta “Emperador Alejandro”, partió en su búsqueda. Lamentablemente, llegó a Guayaquil cuando los buques españoles se habían entregado a las autoridades locales y, por intermedio de éstas, al gobierno del Perú. No obstante, el almirante se apoderó de la “Venganza” poniéndola bajo las órdenes del gobierno de Guayaquil, mientras que la corbeta “Emperador Alejandro” fue restituida a sus dueños originales; posteriormente intentaría hacer lo propio con la fragata “Prueba” en El Callao, mas ésta se había rendido y enarbolaba pabellón peruano, por lo cual desistió de su acción a pesar de considerar esta nave, como las anteriores, presas netas de la Escuadra de Chile.

Sin embargo, producido el completo rompimiento con San Martín y las autoridades peruanas, recuperó por la fuerza a la “Moctezuma”, puesta a las órdenes del Protector, iniciando el regreso a Chile el 10 de mayo de 1822 con las fragatas “O’Higgins” y “Valdivia” y la goleta “Moctezuma”, las cuales fondearon en Valparaíso el 13 de junio, después de un crucero de casi dos años que culminó con la completa eliminación del poder naval español en el Pacifico.